El Gen Hipotecario

Intrínseco o no, en el ADN español yace un gen – que no don – privilegiado capaz de dotar de tanta experiencia verbal como profesiones habidas en el mundo.

Quién no entiende de averías de coches. Quién no entiende de gustos y calidades de vinos. Quién no entiende de mujeres u hombres. Quién no entiende de fútbol, tenis, baloncesto o cualquier otra disciplina deportiva. Quién no entiende de política. Quién no entiende de leyes, que no de normas, que no de regulación, que no de legislar.

 

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Aficionado desde hace años a leer, meditar y posteriormente tratar de entender qué ocurre en mi país, y en los de mi entorno. Resulta difícil desde hace algún tiempo ser capaz de entenderlo.

Ese gen intrínseco nuestro – sí soy 100% español – no me dota de habilidades ni virtudes para poder leer, meditar y entender todo el enorme conglomerado normativo habido en nuestro país.

En ocasiones ese gen nuestro, me permite opinar tanto de las deficiencias regulatorias del Mercado de Valores, como de la oligopolística regulación energética o incluso de la Ley de Denominaciones de Origen e Indicaciones Geográficas Protegidas. ¿Entiendo de todo ello? Ni lo pienses, te respondo yo, no.

No es mi problema ni dominar ni entender materias como las mencionadas, pero sí como ciudadano y orgulloso “ejecutor” de mi derecho de sufragio, exigir que quienes me representan deban de entender sobre aquella materia que dirigen o participan.

No resulta extraño en los últimos tiempos ver cabezas ministeriales de Defensa, Sanidad o Educación con el mismo historial en sus carteras, que mi conocimiento sobre la reproducción de las algas marinas. No vuelvas a pensarlo, no tengo ni la más remota idea.

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Quizás tenga ese gen propio nuestro dormitando, pero no se me ocurre ante una proposición de dirigir el Consejo Asesor de Estudio y Análisis del Espacio Acuático Marino – inventado- aceptarlo. Quizás alguien piense que aunque no entienda, puedo rodearme de tantos asesores marinos como algas habidas en el agua, si bien, no creo que el camino sea ese. Empezar la construcción por el tejado…

Sin que tampoco sea un entendido en la regulación normativa de las algas marinas – ni en la acuicultura marina – como simple acto de distracción dedico unos minutos – no muchos- del día a leer el BOE.  Sin entrar en la cantidad de nombramientos que se producen en el gran Power Ranger estatal ( la Administración Pública y sus amigos “gochos” entes, sociedades etc..), no soy capaz de entender cómo es posible legislar de una manera tan amplia y a la vez tan imprecisa.

Regulamos todo, pero a la vez nada. Dejamos que la opinión pública provoque la publicación de una u otra norma, por el afán populista de uno u otro servidor político. Cada vez más veo regulaciones normativas “insípidas” “ genéricas” y contentando a parte. ¿Fin? Lograr que el Departamento de Publicaciones del Ministerio correspondiente publique una nota informativa bien resumida de parte y haga el trabajo de otros tantos periodistas que copien y peguen la misma en sus diarios, webs y blogs.

Cada vez más, veo una regulación con exposiciones de motivos resumiendo en varios párrafos la normativa previa, pero sin tener en cuenta la experiencia previa. No es lógico que un país como España – sí, tenemos un gen superior al resto que nos permite entender de todo – publicase en el año 2015 diez veces más disposiciones normativas que Alemania.

Cierto es que Alemania es o era, ya no lo sé – Deutsche Bank, Wolswagen- el hermano mayor, guapo, inteligente, adinerado y con un corazón que ni Marco buscando a su madre. Pero entiendo que aún dentro de su excelsa perfección también necesite de actualizar su legislación.

Cierto es que tenemos grandes bloques regulatorios desactualizados o fuera de la realidad social, pero la mejor forma de tratar de ponerlo al día no es legislar a golpe de encuestas de televisión o Internet. Importantes materias con enorme repercusión social no se legislan por temor a la pérdida de votos, o se “legislan” con aprobaciones normativas meditadas y adoptadas con nocturnidad y alevosía – Ley de acompañamiento de los Presupuestos –, es así.

¿Sigue siendo lógico un Sector Energético desactualizado o actualizado a instancia de parte, obviamente no la del ciudadano? No. ¿Seguir teniendo una gran regulación impositiva estatal, autonómica y local? No. ¿Un engorroso, inverosímil e incapaz de entender incluso para los propios funcionarios ejecutores del mismo, marco regulatorio urbanístico? No.

Si bien, la extraordinaria urgencia y necesidad – ojo que si mi gen actúa bien, eso es un decreto ley- de dejarnos legislar por impulsos y empujones nos dirige siempre a un mayor desorden. Mi labor profesional diaria se enmarca en el maravilloso y clásico mundo del crédito hipotecario. ¿Es necesaria una nueva regulación del sector hipotecario? Si.

Pero por favor, dejemos que no legislen ni los titulares de prensa de “copy – paste”, ni los foros online, ni mucho menos las encuestas. Legislar es analizar la realidad, conocer la experiencia, entenderla y tratar de mejorarla.

Aprobar una Ley Hipotecaria es necesario – debíamos haber transpuesto la Directiva 2014/17 hace algún tiempo- pero no precipitada por los acontecimientos. Decisiones de tribunales europeos y nacionales sobre la abusividad o no de determinadas cláusulas hipotecarias, no ha de provocar una regulación rápida y sin análisis de la experiencia. Ha de provocar el análisis de por qué esa decisión judicial, de la línea judicial marcada y sobretodo del bien común.

Legislar para el pueblo, no es legislar “pal pueblo”. No deseo un préstamo hipotecario en el que para que lo entienda el mundano ciudadano, existan cláusulas suelo sin previo conocimiento del consumidor y libre decisión del mismo. Un tipo de interés de demora superior al que pueda cobrar cualquiera de esas “Credi…” que aparecen en televisión o una cláusula de vencimiento anticipado con capacidad ejecutoria por impagos de cinco minutos.

Legislar con experiencia, análisis y tranquilidad – sin jueces con genes de legisladores- es básico de todo servidor público, y desgraciadamente no se produce así. No dudo del enorme conocimiento que tendrán los legisladores de nuestro país, y de sus asesores. Si bien, para legislar no sólo hay que tener conocimientos, quizás es igual de importante la capacidad de saber analizar el momento y leer la realidad a largo plazo, no a corto plazo. Anticiparte al futuro, es ahorrar coste. Atraer el error futuro, es agravar coste.

¿Queremos préstamos hipotecarios sin gasto alguno sufragado por el cliente? Sí.     ¿Queremos préstamos sin intereses de demora? Si. ¿Queremos préstamos sin cláusulas de vencimiento anticipado? Sí. ¿Cláusulas que devengan intereses a favor de la parte prestataria? Por supuesto.

¿Queremos saber de todo? No queremos, sabemos de todo para ello tenemos ese gen.

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