A día de hoy el problema político que acecha el futuro de España no es baladí. No hay problema mundial, nacional, autonómico, provincial, municipal ni local más importante que el referéndum en Cataluña y posterior declaración unilateral de independencia (DUI)
El 12 de Junio de 1985 el entonces presidente del Gobierno Felipe González, firmaba el Tratado de Adhesión de España a la Comunidad Económica Europea, desde ese momento pasábamos a formar parte de toda una Comunidad con importante peso político y económico a nivel internacional y sobretodo con un cambio de sentimiento patrio.
Desde ese momento los esfuerzos por adaptarnos cuanto antes a todo su sistema fueron notables. La adaptación de instituciones y administraciones, la forma en que empezaríamos a asumir decisiones que viniesen impuestas desde un ente superior que no fuera la Administración Estatal, iba a cambiar el destino de nuestro futuro político y social.
Supuso un cambio político y económico pero, ¿supuso un cambio educativo? Lo dudo, quizás políticos y redactores consideren mi texto un anárquico iluso quejido, pero para eso yo también redacto mis textos con total libertad (sin pretender adoctrinamiento político alguno).
Desde el momento en que formamos parte de una Unión de Estados, hemos de estudiar con pensamiento europeísta. Y es en ese estudio, donde principalmente se ha de centrar el inculcar ese sentimiento europeísta. Erróneamente, se sigue educando a nivel autonómico, provincial y local con un sentimiento territorialista muy marcado.
Es cultura general el conocer los lazos históricos del pueblo o provincia en la que has nacido y estudias, si bien, es cultura fundamental y ha de ser pilar básico de todas las materias de estudio que se enseñen en nuestro sistema educativo, la cultura europeísta. Cada vez más, siento que se educa a los jóvenes centrándose en la historia política o cultural de vete a saber qué siglos y con héroes vanagloriados por luchas de época. ¿Eso es lo que queremos?
Enseñar a nuestros jóvenes que hace siglos un “héroe” luchó por la reconquista del monte principal de nuestro pequeño pueblo, usurpado por los vecinos enemigos, ha de ser una pincelada mínima de su enseñanza, jamás ha de ser mostrado como “slogan” de obtención de independencia de película. Valga como ejemplo, las alusiones a siglos pasados y reinos pasados, de los que no llegamos a ponernos de acuerdo qué tierras llegaron a conformar o sí lo sabemos, pero no interesa.
No es una única crítica al sistema educativo catalán, que también, sino a la mayor parte de los sistemas educativos autonómicos (competencias transferidas Estado à CCAA) que se implementan en este país. Se creyó en la década de los 80 en Europa pero a día de hoy no vende la bandera europeísta.
Se nos ha educado a nivel autonómico, con el fin de que no se impregnase en nuestro cuerpo el ADN europeísta. Se cree en educarnos con ese valor territorial que nos hace tan diferentes de aquellos que nacen y viven a 10, 100 o 300 kilómetros de nuestro lugar de nacimiento.
Seguimos sin tener un documento europeo de identidad, y la Unión Europea tal y como se ha visto no ha sido el colmo de la excelencia organizativa y económica. Pero es obligación de todos los que somos ciudadanos de la Unión tratar de inculcar ese valor europeísta. No sólo centro esa enseñanza en las escuelas, sino en los políticos, en los medios de comunicación, en las empresas, en los trabajadores y en definitiva, en todos.
Es difícil tratar de defender este mensaje hoy en día, con movimientos antieuropeistas ganando peso en países de la Unión y países votando por referéndums que permitan su abandono. ¿De verdad esto es el futuro? ¿Podemos enfrentarnos a economías no emergentes, sino ya consolidadas como la china, americana o india simplemente aludiendo a criterios locales que nos diferencian de nuestros vecinos?
Sigamos educando con el único interés de desestabilizar las instituciones administrativas estatales ya consolidadas. ¿Son perfectas? Ni mucho menos, pero algo de experiencia tienen y para mejorar la experiencia, es un grado. Si seguimos utilizando el sistema educativo como herramienta de adoctrinamiento político, vamos mal, muy mal. Propongo un adoctrinamiento europeísta, pero quizás recibo menos votos que Rosa Díez.
Sigamos educando a nivel local, que no a mucho tardar quienes gobiernen los designios de nuestras vidas sean grandes economías ( sino lo hacen ya…) con el mínimo sentimiento sobre nuestros intereses económicos, sociales y culturales. Y esas grandes economías, mal que le pese a algunos, jamás podrán ser economías autonómicas con a penas diez millones de personas.
Hace un año un pueblo se creyó el lema de “Europa nos roba” y ahora gran parte de ellos se arrepienten de lo decidido en aquella votación. Demos dos pensadas a lo que ocurre hoy… “ La educación es el motor del desarrollo”. Seamos educados.